
En cuanto abandonamos la
vía principal para dirigirnos a las montañas de
Svaneti, el pedalear se convierte en una tortura por el
pésimo estado de la "carretera".
Además, la
policía considera que dos ciclistas son presa
fácil y deciden custodiarnos. Al principio, la
compañía nos incomoda, pero al final la
situación acaba
resultándonos cómica.

En
Tskaltubo, nuestros guardaespaldas nos proponen que durmamos en alguna casa del pueblo y no faltan las invitaciones para alojarnos. En casa de la familia de
Jeiran,
acompañamos la suculenta cena con los primeros
chachas (
vozka). Vino para los menos osados, pero
aquí todo el mundo bebe. Tras el
enésimo brindis de bienvenida acabamos todos, familiares, vecinos y
policías entonando "
bésame, bésame muuucho...". 
Pero en
Tskaltubo conocemos
también la otra cara de la moneda. En la era
soviética el lugar era un
importantísimo balneario que
recibía un numero considerable de turistas.

Tras la
desintegración de la U.R.S.S y las posteriores guerras en las provincias de
Abkhazia y
Ossetia, el turismo
desapareció y el
macrocomplejo se vino abajo. Ahora, los entonces elegantes hoteles albergan en condiciones lamentables a cientos de refugiados de las mencionadas provincias.
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